Cuando la BSO es historia, más allá de la película
West Side Story es una de las grandes películas musicales del siglo XX, actualización americana de la obra de Shakespeare, Romeo y Julieta. La película fue dirigida por Robert Wise y Jerome Robbins e inserta una versión del clásico de Shakespeare situado en Manhattan en la que las familias Capuleto y Montesco se representa con las bandas callejeras de los Jets, jóvenes de ascendencia europea, y los Sharks, de origen puertorriqueño.
Es una película emocionante, en la que lo que más destaca es, obviamente, la música, la banda sonora y las coreografías montadas para las disputas entre ambas bandas o la relación entre Tony y María, tema principal de la película aludiendo a Romeo y Julieta.
La banda sonora está compuesta por Leonard Bernstein, quien fue, probablemente, el director de orquesta más famoso de Estados Unidos durante muchos años por su papel como director de la Filarmónica de Nueva York. Tanto las melodías como la letra de las canciones es utilizada de una manera ideal a lo que se muestra en pantalla, por ejemplo en la interpretación de America, los Sharks expresan con esta canción los desafíos a los que se enfrentaban su tierra natal, Puerto Rico, y tanto lo que han encontrado al llegar a Nueva York como las oportunidades que les ofrece la ciudad americana.
Es interesante destacar como se coordina la música con la imagen y nos encontramos efectos que no creeríamos posibles en la época en la que fue rodada la imagen.
Al comienzo de la película, podemos ver que los chasquidos de los dedos introducen las primeras escenas de los Jets contra los Sharks y se utilizan efectos como el Mickey Mousing en el momento en el que uno de los puertorriqueños es perseguido por los europeos hasta que cambian las tornas.
Otro efecto a destacar es como el puñetazo de Bernardo a la pared es intensificado con un corte seco de los instrumentos de cuerda que estaban sonando para dar fuerza a la entrada de los Sharks en la “pelea”, aunque después vuelve a suavizarse un poco la música para volver a la misma actuación de los Jets. Un tira y afloja continuo entre ambas bandas que se representa con cambios de intensidad de la música.
También se observa que la música se vuelve más rápida en los momentos en los que alguna de las dos bandas se ve acorralada por la otra.
Puede que sea uno de los ejemplos más claros en los que la música está en sincronía con la imagen y los diálogos desde que empezó el cine sonoro.
No se puede decir que en cuanto a relato sea la mejor de la época, pero en términos de música, coreografías y escenografía, está muy bien conseguida.
Ángela Jiménez Puga

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